EL DIOS QUE YO CONOZCO

Se necesitan pastores

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida.

Hechos 1:6b. Israel

οι μεν ουν συνελθοντες ηρωτων αυτον λεγοντες κυριε ει εν τω χρονω τουτω αποκαθιστανεις την βασιλειαν τω ισραηλ

“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”

Israel

Hasta este momento los discípulos aún no habían captado el concepto del reino espiritual para todas las naciones (Mateo 8: 11-12), compuesto del verdadero Israel con el corazón circuncidado (Romanos 2: 28-29). Tampoco comprendían que cuando la nación judía rechazó a Jesús se había separado de la raíz y del tronco del verdadero Israel, en el cual los conversos cristianos, fueran judíos o gentiles, debían ser injertados (Romanos 11). Es evidente que aún esperaban que se estableciera el reino mesiánico de David, en la monarquía en Judá, en el pueblo judío literal.

No presenta dificultad alguna el hecho de que los discípulos emplearan la palabra "Israel" para referirse a "Judá". Es verdad que con frecuencia se emplea el nombre "Israel" para designar a las diez tribus del norte y distinguirlas de Judá; pero también se aplica muchas veces al conjunto de las doce tribus y aun a Judá específicamente, así como al pueblo escogido de Dios sin ninguna distinción de tribu.¹ El contexto debe indicar el sentido en todos los casos. Por lo tanto, no es sorprendente que en el NT siempre encontremos que se aplica el nombre "Israel" a toda la nación judía. Aunque los judíos de ese tiempo eran mayormente de la tribu de Judá, les pertenecía la sucesión directa y legítima no sólo por ser de la provincia postexílica de Judá (que era la continuación del anterior reino de Judá), sino también de la nación de Israel originalmente unida.

Los judíos de los dias de Cristo eran los herederos de la antigua teocracia que había sido gobernada por la dinastía davídica instituida por Dios, centrada en el culto del templo divinamente ordenado y fundada sobre el pacto nacional entre Dios y su pueblo escogido. Pablo llama a sus compatriotas judíos "israelitas", de los cuales, según la carne, eran "la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo" (Romanos 9: 4-5; cf. vers. 3; ver cap. 3: 1-2; 11: 1).

Por lo tanto, no era irrazonable que los discípulos creyeran que las profecías y las promesas que habían sido dadas al Israel de la antigüedad pertenecieran a los judíos, sucesores del antiguo reino davídico, y no al "Israel" de las diez tribus del norte que se habían separado de la casa de David; pues esas tribus no sólo se habían separado de Judá, sino también del templo y del verdadero culto a Dios, y por lo tanto del pacto nacional.

A la realidad de la herencia monárquica de Judá se sumaba el hecho de que esta nación, desde el momento cuando se produjo la separación en los días de Jeroboam, había asimilado a muchos miembros de las diez tribus del norte que deseaban permanecer leales a Jehová (2 Crónicas 11: 13-16; 15: 9; cf. cap. 16: 1).

Estos hechos explican el uso repetido del término Israel para designar al reino de Judá, y, después del cautiverio, a la comunidad judía reconstituida como provincia de Judá, a la cual pertenecían todos aquellos que habían regresado del exilio, sin importar de qué tribu eran (Esdras 2: 70; 3: 1; 4: 3; 6: 16-17, 21; 7: 7, 13; 8: 29; 9: 1; 10: 5; Nehemías 1: 6; 9: 1-2; 10: 39; 11: 3, 20; Ezequiel 14: 1, 22; 17: 2, 12; 37: 15-19; Daniel 1: 3; Zacarías 8: 13; Malaquías 1: 1).

Además, la nación judía del tiempo de Jesús representaba a las otras tribus de Israel, no sólo en población (Lucas 2: 36) sino también en territorio.

Las siguientes personas emplearon el término "Israel" para designar a la nación judía:

(1) Juan el Bautista (Juan 1: 31),

(2) Simeón (Lucas 2: 32, 34),

(3) Jesús (Mateo 8: 10; Lucas 7: 9; Juan 3: 10),

(4) Los discípulos y otros habitantes de Judea (Mateo 2: 20-22; 9: 33; Lucas 24: 21; Hechos 1: 6; 2: 22-23; 3: 12; 4: 8, 27; 5: 31; 21: 28),

(5) Gamaliel (Hechos 5: 35),

(6) Lucas (Lucas 1: 80),

(7) Pablo (Hechos 13: 16-17, 23-24; Romanos 9: 4, 6, 31; 11: 1; 1 Corintios 10: 18; 2 Corintios 11: 22; Filipenses 3: 5).

De modo que estos discípulos continuaban buscando el reino mesiánico profetizado para Israel como restauración de la soberanía nacional judía. El reino del Mesías sin duda habría pertenecido a los judíos si no hubieran perdido su derecho al rechazar al Hijo de David, porque les ofreció un reino de justicia universal en vez de un reino establecido mediante una victoria judía. El rechazo de la nación judía como pueblo escogido, privilegio que desde el comienzo había sido condicional (Éxodo 19: 5-6; Jeremías 18: 6-10; Mateo 8: 11-12; 21: 33-45), era demasiado reciente como para que los discípulos ya lo comprendieran. Bien sabían que el antiguo reino del norte de Israel se había separado definitivamente del verdadero Israel del pacto, excepto en la medida en que sus miembros individualmente prefirieran unirse de nuevo al pueblo escogido. Lo que aún no comprendían era que la nación judía, por haber rechazado el gobierno del Hijo de David, ya no era más el pueblo escogido, aunque individualmente los judíos podían ser injertados en el tronco del verdadero Israel, la iglesia de Jesucristo, en quien no hay distinciones de raza, nacionalidad, ni jerarquía (Gálatas 3: 28-29; Colosenses 3: 11).

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¹ "El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel" (Isaías 9: 8).

En este versículo se nombra a Jacob y a Israel. El mensaje del cap. 9: 8-10: 4 se dirige en primera instancia contra las diez tribus rebeldes, a las cuales generalmente se llama Efraín o Samaria (cap. 9: 9, 21). Pero en el vers. 14 es muy probable que se emplee la palabra "Israel" para designar a la nación del norte. En el vers. 8, ¿se refiere Israel a la nación del norte, y Jacob a la del sur, es decir a Judá? Si así fuera, debe entenderse que el Señor envió este mensaje por medio de Judá a Israel. Por otra parte, en un sentido más general, Isaías muchas veces emplea los términos Jacob e Israel para representar a todo el pueblo escogido de Dios (cap. 10: 20-22; 27: 6; 29: 23; 40: 27; 41: 8, 14; 43: 1, 22, 28; 44: 5; 46: 3; 48: 1, 12; 49: 6). Después de la caída final del reino del norte se emplean por lo general ambos términos para designar a Judá.