EL DIOS QUE YO CONOZCO

Se necesitan pastores

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida.

Hechos 1:5


“Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (RV - 1960).

“Porque João, na verdade, batizou com água, mas vós sereis batizados com o Espírito Santo, não muito depois destes dias” (RA 2ª ed).

“For John truly baptized with water; but ye shall be baptized with the Holy Ghost not many days hence” (KJV).

"quia Iohannes quidem baptizavit aqua vos autem baptizabimini Spiritu Sancto non post multos hos dies” (Vulgata)

Hechos 1:4 Esperar antes de ir


"Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí" (RV - 1960).

"E, comendo com eles, determinou-lhes que não se ausentassem de Jerusalém, mas que esperassem a promessa do Pai, a qual, disse ele, de mim ouvistes" (RA 2ª ed).

"And, being assembled together with them, commanded them that they should not depart from Jerusalem, but wait for the promise of the Father, which, saith he, ye have heard of me" (King James Version).

"et convescens praecepit eis ab Hierosolymis ne discederent sed expectarent promissionem Patris quam audistis per os meum" (Vulgata)

Estando juntos
Gr. συναλιζομενος sunalizomenos - que literalmente significa "comer sal con", y en consecuencia, "comer juntos" o "reunirse". Es posible que se refiera a una reunión realizada en Galilea (Mat. 28: 16-18), pues la última que tuvieron, cuando los discípulos vieron ascender a Jesús, no aparece hasta Hechos 1:6.

No se fueran de Jerusalén
Debían regresar a la capital, lugar donde tantas veces el Salvador había ministrado, y donde finalmente sufrió, fue sepultado, y resucitó. Allí sus discípulos serían investidos de poder y desde ese lugar debían comenzar a dar su testimonio.

Que esperasen
"He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Luc. 24:49).

La tarea que aguardaba a los discípulos no podía llevarse a cabo empleando sólo medios humanos.

Debían esperar
(1) hasta el momento designado,

(2) en el lugar designado, en Jerusalén, el sitio de mayor peligro y de mayores oportunidades.

Los discípulos debían esperar y no irse a pescar, como lo habían hecho Pedro y algunos otros poco antes (Juan 21:3).

Debía haber
(1) una expectativa reverente del gran poder de Dios;
(2) un profundo anhelo de recibir ese poder y de estar preparados para recibirlo; y
(3) una oración ferviente y unánime para que Dios cumpliera su promesa.

La promesa del Padre.
Es decir, la promesa del don del Espíritu Santo (Juan 14:16; 16:7-13).
La cual oísteis de mí
"Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre... Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho... "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí". (Juan 14:16, 26; 15:26).

"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Juan 16:7-15).

Hechos 1:3c Acerca del reino de Dios

Los judíos concebían el reino de los cielos* como un reino basado en la fuerza, que obligaría a las naciones de la tierra a someterse a Israel. Pero el reino que Cristo vino a establecer es el que comienza en el corazón de los hombres, impregna sus vidas y rebosa hasta los corazones y la vida de otros con el dinámico y apremiante poder del amor.

El "reino de los cielos"* o "reino de Dios" era el tema de la enseñanza de Jesús (Luc. 4:43; 8:1).

Muchas de sus parábolas comienzan con las palabras "el reino de los cielos* es semejante a" (Mat. 13: 24, 31, 33, 45-47).

Enseñaba a sus discípulos a que oraran por la venida del reino (cap. 6: 10).

Su Evangelio era la buena nueva del reino (Mat. 4:23; etc.).

Sus discípulos eran los "hijos del reino" (Mat. 13: 38).

El Padre se complacía en darles el reino (Luc. 12:32), que habían de heredar (Mat. 25: 34).

En esta vida, los cristianos deben darle al reino el lugar supremo en sus afectos y deben convertirlo en la más importante meta de la vida (Mat. 6:33).

Cuando Jesús envió a los doce, los mandó que predicaran "el reino de Dios" (Luc. 9:2, 60).

Juan proclamó la inminencia del establecimiento del reino de los cielos (Mat.3:2). Jesús también declaró que el reino se había acercado (Mat. 4:17) e instruyó a sus discípulos, cuando los envió a predicar, que llevaran el mismo mensaje (Mat. 10:7).

El "reino de Dios" se estableció en la primera venida de Cristo. Jesús mismo era el Rey, y los que creían en él eran sus súbditos. El territorio de ese reino era el corazón y la vida de los súbditos.

Evidentemente el mensaje de Jesús se refería al reino de la gracia divina. Pero, como Jesús mismo lo indicó claramente, el reino de la gracia antecedía al reino de la gloria. Con respecto a este último, los discípulos preguntaron en el día de la ascensión: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" (Hech. 1:6-7).

El reino de la gracia se había acercado en los días de Cristo (Mat. 3:2; 4:17; 10:7), pero el reino de la gloria estaba en el futuro (Mat. 24: 33).

Sólo "cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos sus santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria" (Mat. 25: 31).

La frase “el reino de Dios” abarca:

(1) La interpretación correcta de las profecías mesiánicas: "Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían... Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras" (Luc. 24:27, 44-45).

(2) La extensión de la misión de la iglesia en todo el mundo y la admisión de los salvados al reino por medio del bautismo: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mat. 28:19).

(3) La promesa de poder sobrenatural y de protección divina: "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" (Mar. 16:15-18).

(4) La promesa de la presencia perpetua de Cristo en su iglesia: "enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén" (Mat. 28:20).

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* Expresión empleada exclusivamente por Mateo (32 veces) en su Evangelio. Mateo emplea cuatro veces (o cinco, se incluimos la lectura variante de Mat 6:33) la expresión "reino de Dios", que es la única que usan los otros evangelistas. El uso de la palabra "cielo" en lugar del nombre "Dios"responde a la costumbre de los judíos del tiempo de Jesús de no decir el nombre sagrado. Empleaban la expresión "nombre del cielo" en lugar de "nombre de Dios"; "temor del cielo" por "temor de Dios"; "honor del cielo" por "honor de Dios", etc. La expresión "reino de los cielos" no aparece en el AT, aunque la idea está implícita en los escritos proféticos (Isa. 11:1-12; 35; 65:17-25; Dan. 2:44; 7:18, 22, 27; Miq. 4:8; etc.).

Hechos 1:3


Reina –Valera (1960):
“a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo com muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta dias y hablandoles acerca del reino de Dios.”
Almeida Revista e Atualizada, 2ª ed:
“A estes também, depois de ter padecido, se apresentou vivo, com muitas provas incontestáveis, aparecendo-lhes durante quarenta dias e falando das coisas concernentes ao reino de Deus.”.
King James Version:
“To whom also he shewed himself alive after his passion by many infallible proofs, being seen of them forty days, and speaking of the things pertaining to the kingdom of God”.
Vulgata Latina:
“quibus et praebuit se ipsum vivum post passionem suam in multis argumentis per dies quadraginta apparens eis et loquens de regno Dei”


Hechos 1:3b Pruebas Indubitables

“a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo com muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta dias y hablandoles acerca del reino de Dios”. (Reina -Valera 1960)

Pruebas indubitables

Gr. τεκμήριον [tekmêrion], "prueba decisiva o convincente". Estas pruebas eran una demostración segura y no evidencias circunstanciales.

Las "τεκμηριον tekmêrion, " fueron las apariciones de Cristo después de su resurrección, no los milagros que los discípulos habían visto hacer a Jesús ("Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis" (Hech. 2:22).

Confirmaban el milagro culminante de la resurrección.

Estas pruebas consistieron en:

(1) que comiera y bebiera con los discípulos

"Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos" (Luc. 24:41-43).

"Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado" (Juan 21:4-13).

(2) su cuerpo real, el cual Jesús permitió que ellos tocaran

"Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron" (Mat. 28:5-9)

"Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente" (Juan 20: 27).

(3) sus repetidas apariciones visibles, incluso su aparición ante 500 personas reunidas
"E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho... Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán... Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban" (Mat. 28:7, 10, 16, 17).

"Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos. Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas" (Luc. 24:36-48).

"Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Juan 20:19-29).

"Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen" (1 Cor. 15:6).

(4) sus instrucciones en cuanto a la naturaleza y las doctrinas del reino

"Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las escrituras lo que de él decían.... Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén" (Luc. 24:25-27, 44-47,)

"Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.... Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos" (Juan 20:17, 21-23).

"Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas" (Juan 21:15-17).

"pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hech. 1:8).

La certeza de la resurrección dio poder dinámico al mensaje de los apóstoles (Hech. 2: 32, 36-37; 3: 15; 4: 10; 5: 28, 30-33). Y fue la base del poderoso argumento de Pablo acerca de la certeza de la resurrección corporal de los redimidos (1 Cor. 15:3-23).
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Cuarenta días
Jesús no permaneció con ellos en forma continua, sino que se manifestó repetidas veces durante el período posterior a la resurrección. No hay ninguna contradicción entre estos 40 días y el relato sumamente breve de Lucas en su Evangelio (Luc. 24).

Hechos 1:3a. Se presentó vivo

“a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo com muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta dias y hablandoles acerca del reino de Dios”. (Reina -Valera 1960)

“A estes também, depois de ter padecido, se apresentou vivo, com muitas provas incontestáveis, aparecendo-lhes durante quarenta dias e falando das coisas concernentes ao reino de Deus”. (Almeida Revista e Atualizada, 2ª ed.)

“To whom also he shewed himself alive after his passion by many infallible proofs, being seen of them forty days, and speaking of the things pertaining to the kingdom of God”. (King James Version)

“quibus et praebuit se ipsum vivum post passionem suam in multis argumentis per dies quadraginta apparens eis et loquens de regno Dei”. (Vulgata)

Se presentó vivo

I - En la mañana del dia de la resurrección:

(1) A Maria Magdalena y otras mujeres - Juan 20:11-18; Mat. 28:1-10.

(2) A los guardias - Mat 28:2-3 e 11-15.

(3) A Simón Pedro, si es que la aparición a éste (Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5) hubiera ocurrido poco después de la aparición a las mujeres. Note que después de la resurrección, Jesús solamente apareció a sus seguidores más allegados (1 Cor. 15:6).

II - Apariciones posteriores en el día de la resurrección:

(1) A Pedro (Luc. 24: 34; 1 Cor. 15: 5), antes de lo ocurrido en el camino a Emaús.

(2) A los dos discípulos, uno de los cuales se llamaba Cleofas (Luc. 24:13-32; Mar. 16:12).

(3) A los diez discípulos que estaban en el aposento alto, después del regreso de los dos discípulos desde Emaús (Mar. 16:14; Luc. 24:33-48; Juan 20:19-23; 1 Cor. 15:5). Tomás estaba ausente Juan 20:24-25).

III - Apariciones entre el día de la resurrección y el día de la ascensión:

(1) A los once, estando Tomás presente, en el aposento alto, una semana más tarde,
probablemente el domingo siguiente (Juan 20: 26-29).

(2) Poco después del fin de la semana de pascua, los discípulos se fueron a Galilea para encontrarse con Jesús como él lo había indicado (Mat. 28: 7; Mar. 16: 7). Las fechas de estas ocasiones cuando Jesús se manifestó en Galilea deben haber caído (con aproximación de uno o dos días) entre el 28 de Nisán y el 21 del mes siguiente, es decir, de Iyyar. Estos límites los impone el tiempo que se necesita para viajar ida y vuelta de Jerusalén a Galilea. Los discípulos estuvieron de vuelta en Jerusalén a tiempo para la ascensión, que se estima que ocurrió el 25 de Iyyar. Por esto puede entenderse que los discípulos permanecieron en Galilea unas tres semanas, y durante ellas se registra que Jesús estuvo con ellos dos veces. La primera fue cuando se apareció a siete de los discípulos mientras pescaban en el mar de Galilea (Juan 21:1-23).

(3) Jesús apareció ante unas 500 personas en un monte de Galilea, en fecha y lugar indicados por él antes de su muerte (Mat. 28:16; Mar. 16:7; 1 Cor. 15:16). En esta ocasión, Jesús pronunció las palabras registradas en Mat. 28:17-20.

(4) Jesús se le apareció a Jacobo, pero no se revela si esto ocurrió en Galilea o en Jerusalén (1 Cor. 15:7).

(5) Jesús estuvo con los once en Jerusalén el día jueves, 25 de Iyyar, cuando los llevó al monte de los Olivos, cerca de Betania, y desde allí ascendió al cielo (Mar. 16:19-20; Luc 24:50-52; Hech. 1: 4-12). Es probable que ésta sea la reunión con los apóstoles a la cual se refiere 1 Cor. 15 :7.

Las repetidas ocasiones en las cuales Jesús se presentó a sus seguidores después de la resurrección tenían por objeto convencer a sus discípulos y a otros que la resurrección había sido real, permitirles que conocieran a su Maestro ya en su cuerpo glorificado, y dar la oportunidad a Jesús a fin de que los preparara para la tarea de proclamar las buenas nuevas de salvación al
mundo.

Los esfuerzos realizados para impedir la resurrección y para hacer circular falsos informes referentes a él (Mat. 27: 62-66) sólo sirvieron para que hubiera una mayor confirmación de que fue un hecho histórico.

Fue la seguridad de que Cristo había resucitado y de que estaba vivo lo que infundió convicción al mensaje de los apóstoles cuando salieron para proclamar las buenas nuevas de la salvación. De esta seguridad hablaron vez tras vez, con palabras plenas de poder e inspiradas por el Espíritu Santo (Hech. 3:12-21; 4:8-13, 20; 5:29-32; 1 Cor. 15:1-23; 1 Tes. 1:10, 17; 1 Juan 1:13).

El hecho dinámico de la religión cristiana es que su fundador vive "por los siglos de los siglos" y tiene "las llaves de la muerte y de Hades" (Apoc. 1: 18). Las repetidas ocasiones cuando Jesús se mostró después de su resurrección dan testimonio de esta verdad trascendental.

La Inspiración ha atestiguado de tal modo este extraordinario acontecimiento, que todos los que estén dispuestos a examinar las evidencias pueden quedar realmente convencidos.

Hechos 1:2a. "Apóstoles"

Gr. αποστολος apostolos, “enviado”; de la preposición απο apo, “de”, “desde”, y el verbo στελλω stellô, “colocar”, “mandar”.

El verbo αποστελλω apostellô significa “despachar”, “enviar”.

El verbo y el sustantivo son inseparables.

En el griego clásico, la palabra αποστολος apostolos frecuentemente se refiere al despacho de una nave o de una expedición naval; también se emplea para designar al comandante de un escuadrón o a un embajador.

Estas dos aplicaciones generales a cosas y a personas aparecen también en el griego koiné. Por ejemplo, un papiro egipcio del siglo II o III d. C. habla de la “cuenta de la nave [αποστολος apostolos] de Triadelfo” (J.H. Moulton and G. Milligan, The Vocabulary of the Greek New Testament, p. 70).

Los papiros también muestran que el significado de la palabra se transmitió de la nave a su carga, pues esta también era “enviada”.

Se denominaba αποστολος apostolos tanto a la carga como a los documentos que representaban a la nave y a su carga. De modo que αποστολος apostolos podía referirse a la orden de despacho de una nave, a un conocimiento de embarque, o aun al permiso de exportación.

Al mismo tiempo, tanto en el koiné como en el griego clásico, la palabra αποστολος apostolos podía referirse a una persona, como la emplea Josefo para designar a los embajadores enviados por los judíos a Roma (Antigüedades, xvii. 11.1). Sin embargo, ninguno de estos usos parece aclarar directamente el origen del empleo de la palabra “apóstol” tal como la usaban los cristianos primitivos.

Pablo es el primer autor del NT que empleó este vocablo: “ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo” (1 Tes. 2:6), y aparentemente lo usó como un término exacto para designar a un grupo específico de hombres que con autoridad ejercían funciones generalmente reconocidas en la iglesia (1 Cor. 4:9 “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres” 1 Cor. 9:1-2 “¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor”.

El hecho de que en los primeros escritos de la literatura cristiana ya se diera por sentado el sentido específico de la palabra, sugiere que ya se la había empleado antes.

Lucas y Juan utilizaron la palabra αποστολος apostolos cuando escribieron en griego, años después de la muerte de Jesús. “Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles” (Luc. 6:13). “Por eso la sabiduría de Dios también dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a otros perseguirán” (Luc. 11:49).

"De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado (αποστολος apostolos) es mayor que el que le envió” (Juan 13:16).

Parece que la función del apóstol en la iglesia primitiva surgió de la ordenación y comisión de los doce discípulos por Jesús. Cuando Jesús designó a sus discípulos como “apóstoles”, probablemente empleó la palabra aramea shelijá', equivalente del participio hebreo shalúaj, “enviado”.

Parece que estas palabras tuvieron un uso específico tanto entre los judíos como entre los cristianos. En la literatura rabínica se emplea la palabra shalúaj, más comúnmente con la grafía shalíaj, para designar a diversos mensajeros autorizados.

Justino Mártir (c. 146 d. C.) escribió que los judíos enviaban mensajeros por todo el mundo hablando blasfemias contra Cristo (Diálogo con Trifón 17. 108).

Eusebio, historiador eclesiástico del siglo IV, declaró que documentos que ya eran antiguos en su tiempo registraban que los sacerdotes y ancianos de los judíos enviaban hombres por todo el mundo para predisponer a su pueblo en contra del cristianismo. Llama “apóstoles” a esos judíos, y dice que en su propio tiempo viajaban por toda la diáspora llevando cartas encíclicas (Comentarios a Isaías xviii. 1, 2).

Epifanio (m. 403 d. C.) registra que esos “apóstoles” consultaban con los principales judíos y viajaban entre los judíos fuera de Palestina, restableciendo la paz en congregaciones desorganizadas y recogiendo diezmos y primicias, funciones muy parecidas a las del apostolado de Pablo (Hech. 11:27-30; Rom. 15:25-28; 1 Cor. 16:1; Epifanio, Contra herejías i. 2., Herejía xxx. 4. 11).

El Código de Teodosio (438 d. C.) señala: “Como parte de esta inútil superstición, los judíos tienen jefes de sus sinagogas, o ancianos, o personas a quienes llaman apóstoles, que son designados por el patriarca en cierta temporada para recolectar oro y plata” (Código de Teodosio xvi. 8.14).

Por lo tanto, aunque no puede probarse que en los tiempos del NT ya se usaba la palabra αποστολος apostolos para designar a los mensajeros judíos que iban a los de la diáspora, la evidencia sugiere que así ocurría, y que el uso que la iglesia primitiva le dio a esta palabra se derivó de un uso similar entre los judíos.

Que había escogido
Mar. 3:13-19. “Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó”.

Hechos 1:2. "Fue llevado de vuelta"

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"hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido" (Reina Valera - 1960).

"até ao dia em que, depois de haver dado mandamentos por intermédio do Espírito Santo aos apóstolos que escolhera, foi elevado às alturas" (Almeida Revista e Atualizada 2ª ed).

"Until the day in which he was taken up, after that he through the Holy Ghost had given commandments unto the apostles whom he had chosen" (King James Version).

"usque in diem qua praecipiens apostolis per Spiritum Sanctum quos elegit adsumptus est" (Vulgata).

Hasta el día.
Es decir, a los 40 días de su resurrección (vers. 3).

Fue recibido arriba.

ανελημφθη anelêmphthê. (Aoristo del Indicativo Pasivo, 3ª persona singular).

El verbo αναλαμβανω analambanô, (llevar para arriba, tomar, levantar) es encontrado 13 veces en el NT. En la voz activa , 7 vezes. En la voz pasiva, 6 vezes.

(La voz activa es aquella en que el sujeto realiza la acción del verbo. La voz pasiva es aquella en que el sujeto sufre la acción verbal).

La forma pasiva que aparece aquí aparece otras 4 vezes en el NT:

Marcos 16:19 "Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios";

Hechos 1:22 "comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección";

Hechos 10:16 "Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo"; y

1 Timoteo 3:16 "E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria").

La otra forma pasiva se encuentra en Hechos 1:11 ("los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado (ο αναλημφθεις ho analêmphtheis - Aoristo del participio pasivo, caso nominativo singular masculino) de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo")

Esto indica que la ascensión de Jesús fue una manifestación del poder del Padre. Jesús "fue levantado, fue llevado, fue recogido".

Amado Jesús, nos dio una lección de dependencia del Padre aún cuando estaba volviendo para retomar el cetro del Universo.

Después de haber dado mandamientos.
Se refiere especialmente a la comisión evangélica dada por nuestro Señor (Mat. 28: 18-20).

Por el Espíritu Santo.

Todo lo que tiene que ver con la vida terrenal de Cristo fue hecho por el poder del Espíritu:

(a) su concepción ("Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" Luc. 1:35).

(b) su bautismo (Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia" Luc. 3:21-22).

(c) su justificación, es decir, la manifestación de su vida justa (1 Timoteo 3: 16 - ver arriba);

(d) su comportamiento en su vida de servicio ("Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto" Luc. 4:1).

(e) sus milagros ("Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios" Mat. 12:28);

(f) su resurrección ("Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu" 1 Ped. 3:18).