(Pulsa sobre la imagen para aumentarla)
“los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (RV-1960).
“e lhes disseram: Varões galileus, por que estais olhando para as alturas? Esse Jesus que dentre vós foi assunto ao céu virá do modo como o vistes subir” (VARA, 2ª ed.).
"Which also said, Ye men of Galilee, why stand ye gazing up into heaven? this same Jesus, which is taken up from you into heaven, shall so come in like manner as ye have seen him go into heaven" (KJV).
"qui et dixerunt viri galilaei quid statis aspicientes in caelum hic Iesus qui adsumptus est a vobis in caelum sic veniet quemadmodum vidistis eum euntem in caelum" (Vulgata).
Varones galileos
Todos los discípulos, a excepción quizá de Judas, eran oriundos de Galilea, y se conocían por su habla galilea (cf. Mateo 26: 73; Marcos 14: 70). Pero los ángeles conocían a estos hombres sin necesidad de que hablaran, así como conocen la vida de otros seres humanos (cf. Hechos 10: 3-6).
¿Qué estáis mirando?
Los discípulos, extasiados, parecían ser incapaces de apartar la vista del lugar donde su amado Maestro había desaparecido. Los dos ángeles rompen el hechizo con la pregunta: "¿qué estáis mirando al cielo? -compárese con la pregunta del ángel después de la resurrección: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?" (Lucas 24: 5)- "el que ha ascendido es Dios Hijo, os ha dicho sus planes, y volverá otra vez: '¿qué estáis mirando al cielo?' Él os ha dado una obra que hacer como preparación para su retorno".
Sin embargo, en cierto sentido los cristianos siempre deberían estar mirando al cielo: "Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo" (Filipenses 3: 20).
Este Jesús
El mismo Jesús a quien los discípulos habían conocido íntimamente durante los tres años y medio que acababan de transcurrir.
Así vendrá
Como suceso histórico, la segunda venida de Cristo está indisolublemente ligada a otros acontecimientos históricos: su resurrección y su ascensión.
Las Escrituras revelan a:
(1) Cristo el Creador
"Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él" (Colosenses 1: 16).
"en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo" (Hebreos 1: 2).
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1: 1-3).
(2) Cristo el encarnado:
"sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2: 7).
"Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Hebreos 2: 14-15).
"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (Juan 1: 14).
(3) Cristo el crucificado:
"declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo" (Hechos 17: 3).
"Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" 1 Corintios 15: 3-4).
(4) Cristo el resucitado y ascendido al cielo:
"acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos" (Romanos 1: 3-4).
(5) Cristo el Intercesor:
"Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4: 14-16).
"Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto" (Hebreos 7: 22).
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1).
(6) Cristo el rey que viene:
"Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria" (Mateo 24: 30).
"El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 11: 15).
"Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES" (Apocalipsis 19: 11-16).
Estas revelaciones constituyen una presentación en conjunto del Hijo de Dios en fases relacionadas de su gran obra redentora. En todas ellas, él es "Jesús", "el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13: 8).
Según esa promesa, la venida de Jesús deberá ser: (1) personal: "este Jesús; (2) visible: "como le habéis visto ir"; (3) acompañada de nubes: "una nube... lo ocultó"; (4) segura: "así vendrá".
Esta sencilla aunque solemne promesa de los ángeles le imprime a la doctrina de la segunda venida de Cristo una completa certeza, asegurada por la realidad de la ascención. Todo -acontecimiento y promesa- es verdad, o ninguno de los dos lo es. Sin la segunda venida de Cristo, toda la obra anterior del plan de redención sería tan vana como lo sería la siembra y el cultivo sin la cosecha