EL DIOS QUE YO CONOZCO

Se necesitan pastores

Se necesitan pastores -pastores fieles- que no halaguen al pueblo de Dios ni lo traten con aspereza, sino que lo alimenten con el pan de vida.

Hechos 1:13

και οτε εισηλθον εις το υπερωον ανεβησαν ου ησαν καταμενοντες ο τε πετρος και ιωαννης και ιακωβος και ανδρεας φιλιππος και θωμας βαρθολομαιος και μαθθαιος ιακωβος αλφαιου και σιμων ο ζηλωτης και ιουδας ιακωβου

"Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo." (RV - 1960).

"Quando ali entraram, subiram para o cenáculo onde se reuniam Pedro, João, Tiago, André, Filipe, Tomé, Bartolomeu, Mateus, Tiago, filho de Alfeu, Simão, o Zelote, e Judas, filho de Tiago." (VARA, 2ª ed.).

"And when they were come in, they went up into an upper room, where abode both Peter, and James, and John, and Andrew, Philip, and Thomas, Bartholomew, and Matthew, James the son of Alphaeus, and Simon Zelotes, and Judas the brother of James." (KJV).

"et cum introissent in cenaculum ascenderunt ubi manebant Petrus et Iohannes Iacobus et Andreas Philippus et Thomas Bartholomeus et Mattheus Iacobus Alphei et Simon Zelotes et Iudas Iacobi" (Vulgata).

Aposento alto.
Griego: υπερωον [huperôon] (Inglés: "upper room").
Este aposento alto no estaba en el templo ("y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén" - Lucas 24: 53), donde los discípulos aún rendían culto a Dios ("Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración" - Hechos 3: 1), sino en el piso alto de una casa particular, en un lugar privado.

Hechos 1:12

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τοτε υπεστρεψαν εις ιερουσαλημ απο ορους του καλουμενου ελαιωνος ο εστιν εγγυς ιερουσαλημ σαββατου εχον οδον

"Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo*" ( *Aquí equivale a sábado, RV-1960).

"Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un sábado" (RV - 1995).

"Então, voltaram para Jerusalém, do monte chamado Olival, que dista daquela cidade tanto como a jornada de um sábado" (VARA, 2ª ed.).

"Then returned they unto Jerusalem from the mount called Olivet, which is from Jerusalem a sabbath day's journey" (KJV).

"tunc reversi sunt Hierosolymam a monte qui vocatur Oliveti qui est iuxta Hierusalem sabbati habens iter" (Vulgata)

Volvieron
Los discípulos se alejaron de la cruz profundamente tristes y completamente frustrados. Después de cada aparición del Maestro resucitado, quedaban perplejos aunque esperanzados. Sin embargo, ahora, después de haber visto que su Señor ascendía al cielo, volvieron con gozo y con la firme seguridad de que volvería.

A Jerusalén
Obedeciendo la orden del vers. 4.

Del Olivar
El lugar de la ascensión. El monte de los Olivos está al este de Jerusalén, aproximadamente a mitad de camino a Betania. Es una formación montañosa baja separada de la ciudad por el valle del Cedrón. Está a unos 800 m. sobre el nivel del mar, o sea unos 80 m. más que la altura promedio de Jerusalén y unos 90 m. más que la zona del templo. El huerto de Getsemaní se encontraba en la ladera occidental del monte frentea la ciudad de Jerusalén.

Betania queda a unos 15 estadios (Gr. σταδιον [stadion]), o sea a unos 3 km de Jerusalén (Juan 11: 18). Lucas explica que después de la última reunión con los discípulos en Jerusalén, Jesús "los sacó fuera hasta Betania" (Lucas 24: 50); lo hizo posiblemente porque quería estar otra vez en un lugar que le era familiar y que tanto amaba. Desde allí, recorriendo un corto camino sobre "el monte que se llama del Olivar", llegarían de regreso Jerusalén.

Camino de un sábado
Esta frase sólo aparece aquí en la Biblia; indica la distancia que había entre Jerusalén y el monte de los Olivos. Josefo registra que la distancia era de 5 ó 6 estadios (Antigüedades xx. 8. 6; Guerra v. 2. 3), o sea poco más de un kilómetro.

La Mishnah concuerda con estas cifras, porque dice que el "límite sabático" era de 2.000 codos: "Si un hombre salía [más allá del límite sabático] para hacer algo permitido [dar testimonio de la luna nueva o salvar una vida] y entonces se le decía que esa acción ya se había realizado, tiene el derecho de moverse dentro de dos mil codos en cualquier dirección; si estaba dentro del límite sabático es como si no hubiera salido, porque cualquiera que sale para librar [a uno que está en peligro] puede volver a su lugar [de donde partió]" (Erubin 4. 3).

Había maneras para superar los inconvenientes causados por ese límite: "Si un hombre estaba de viaje [a su casa] y lo sorprendía la noche, y reconocía un árbol o un cerco y decía, 'sea mi lugar de descanso sabático debajo de él, no ha dicho nada; pero si dijera: 'sea mi lugar de descanso sabático en su raíz, puede caminar desde donde está hasta su raíz [hasta la distancia de] dos mil codos y desde su raíz a su casa [hasta la distancia de] dos mil codos. De este modo puede viajar cuatro mil codos después de que haya oscurecido. Si no reconoce [ningún árbol o cerco]... y dice: 'Sea mi lugar de descanso sabático donde estoy parado', su posición le da el derecho a caminar hasta dos mil codos en cualquier dirección como [si estuviera] en un círculo... Pero los sabios dicen: como [si estuviera] en un cuadrado, como una tablilla cuadrada, para que aproveche el beneficio de las esquinas" (Mishnah, Erubin 4. 7-8).

"Los sabios no han ordenado la regla del límite sabático para añadir restricciones, sino para que sean menos rigurosas" (Erubin 5. 5).

Se dice que el origen del límite de los dos mil codos puede hallarse en la tradición de que la distancia desde la tienda más apartada del campamento de Israel, en el desierto, hasta la tienda de la reunión o tabernáculo era la mayor distancia que podía caminar un hebreo sin que se dijera que había salido de su lugar en el séptimo día:

"Luego mediréis fuera de la ciudad al lado del oriente dos mil codos, al lado del sur dos mil codos, al lado del occidente dos mil codos, y al lado del norte dos mil codos, y la ciudad estará en medio; esto tendrán por los ejidos de las ciudades" (Números 35: 5).

"Mirad que Jehová os dio el sábado, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día" (Éxodo 16: 29, RV-1995).

Pero con más probabilidad, era la distancia que Josué especificó que debía haber entre el pueblo y los levitas que llevaban el arca durante el cruce del Jordán:

"A fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Pero entre vosotros y ella haya distancia como de dos mil codos; no os acercaréis a ella" (Josué 3: 4).

Crisóstomo (Homilía III, Hechos 1:12) suponía que la ascensión tuvo que haber ocurrido en sábado, porque de otro modo no tendría razón la mención del "camino de un día de reposo". Sin embargo, esta conclusión no es necesaria. Es probable que la ascensión ocurriera un jueves.

Hechos 1:11

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“los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (RV-1960).

“e lhes disseram: Varões galileus, por que estais olhando para as alturas? Esse Jesus que dentre vós foi assunto ao céu virá do modo como o vistes subir” (VARA, 2ª ed.).

"Which also said, Ye men of Galilee, why stand ye gazing up into heaven? this same Jesus, which is taken up from you into heaven, shall so come in like manner as ye have seen him go into heaven" (KJV).

"qui et dixerunt viri galilaei quid statis aspicientes in caelum hic Iesus qui adsumptus est a vobis in caelum sic veniet quemadmodum vidistis eum euntem in caelum" (Vulgata).

Varones galileos
Todos los discípulos, a excepción quizá de Judas, eran oriundos de Galilea, y se conocían por su habla galilea (cf. Mateo 26: 73; Marcos 14: 70). Pero los ángeles conocían a estos hombres sin necesidad de que hablaran, así como conocen la vida de otros seres humanos (cf. Hechos 10: 3-6).

¿Qué estáis mirando?
Los discípulos, extasiados, parecían ser incapaces de apartar la vista del lugar donde su amado Maestro había desaparecido. Los dos ángeles rompen el hechizo con la pregunta: "¿qué estáis mirando al cielo? -compárese con la pregunta del ángel después de la resurrección: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?" (Lucas 24: 5)- "el que ha ascendido es Dios Hijo, os ha dicho sus planes, y volverá otra vez: '¿qué estáis mirando al cielo?' Él os ha dado una obra que hacer como preparación para su retorno".

Sin embargo, en cierto sentido los cristianos siempre deberían estar mirando al cielo: "Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo" (Filipenses 3: 20).

Este Jesús
El mismo Jesús a quien los discípulos habían conocido íntimamente durante los tres años y medio que acababan de transcurrir.

Así vendrá
Como suceso histórico, la segunda venida de Cristo está indisolublemente ligada a otros acontecimientos históricos: su resurrección y su ascensión.

Las Escrituras revelan a:

(1) Cristo el Creador
"Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él" (Colosenses 1: 16).

"en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo" (Hebreos 1: 2).

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Juan 1: 1-3).

(2) Cristo el encarnado:
"sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2: 7).

"Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Hebreos 2: 14-15).

"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (Juan 1: 14).

(3) Cristo el crucificado:
"declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo" (Hechos 17: 3).

"Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" 1 Corintios 15: 3-4).

(4) Cristo el resucitado y ascendido al cielo:
"acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos" (Romanos 1: 3-4).

(5) Cristo el Intercesor:
"Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4: 14-16).

"Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto" (Hebreos 7: 22).

"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1).

(6) Cristo el rey que viene:
"Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria" (Mateo 24: 30).

"El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 11: 15).

"Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES" (Apocalipsis 19: 11-16).

Estas revelaciones constituyen una presentación en conjunto del Hijo de Dios en fases relacionadas de su gran obra redentora. En todas ellas, él es "Jesús", "el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13: 8).

Según esa promesa, la venida de Jesús deberá ser: (1) personal: "este Jesús; (2) visible: "como le habéis visto ir"; (3) acompañada de nubes: "una nube... lo ocultó"; (4) segura: "así vendrá".

Esta sencilla aunque solemne promesa de los ángeles le imprime a la doctrina de la segunda venida de Cristo una completa certeza, asegurada por la realidad de la ascención. Todo -acontecimiento y promesa- es verdad, o ninguno de los dos lo es. Sin la segunda venida de Cristo, toda la obra anterior del plan de redención sería tan vana como lo sería la siembra y el cultivo sin la cosecha

Hechos 1:10

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“Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas” (RV-1960).

“E, estando eles com os olhos fitos no céu, enquanto Jesus subia, eis que dois varões vestidos de branco se puseram ao lado deles” (VARA, 2ª ed.).

“And while they looked stedfastly toward heaven as he went up, behold, two men stood by them in white apparel” (KJV).

“cumque intuerentur in caelum eunte illo ecce duo viri adstiterunt iuxta illos in vestibus albis” (Vulgata).


Los ojos puestos en el cielo
Mejor "estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba" (BJ). Jesús ascendió gradualmente. No hubo una desaparición repentina como en Emaús: "Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista" (Lucas 24: 31).

Se pusieron junto a ellos
Mejor "se habían puesto junto a ellos"; ya estaban allí cuando los discípulos advirtieron su presencia.

Dos varones
Si bien se los llama "varones", pues aparecieron en forma humana, eran ángeles. Compárese con los dos ángeles vestidos de blanco que saludaron a María en la tumba, uno de los cuales es llamado "un joven", y con el "varón"-"ángel" que visitó Cornelio:

"Y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto" (Juan 20: 12-13).

"Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron" (Marcos 16: 5).

"Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente" (Hechos 10: 30).

"Quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro" (Hechos 11: 13).

Hechos 1:9

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“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (RV-1960).

“Ditas estas palavras, foi Jesus elevado às alturas, à vista deles, e uma nuvem o encobriu dos seus olhos” (VARA, 2ª ed.).

“And when he had spoken these things, while they beheld, he was taken up; and a cloud received him out of their sight” (KJV).

“et cum haec dixisset videntibus illis elevatus est et nubes suscepit eum ab oculis eorum” (Vulgata).


Viéndolo ellos
Ningún creyente había visto al Salvador resucitar de entre los muertos, pero se les permitió a los once discípulos y a la madre de Jesús que lo vieran ascender al cielo. De este modo se convirtieron en testigos fidedignos de la realidad de la ascensión.

Fue alzado
Griego: επαιρω [epairô].Aquí se relata la ascensión como un sencillo hecho histórico. En lo que resta del NT no se lo menciona a menudo, pero se acepta este hecho implícitamente como una verdad cardinal del cristianismo histórico.

Jesús la había predicho:
"¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?" (Juan 6: 62).

Pedro habló nuevamente de ella:
"A quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo" (Hechos 3: 21).

Más tarde Pablo se refirió a la misma:
"E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria" (1 Timoteo 3: 16).

La ascensión fue una culminación apropiada del ministerio terrenal de Cristo.

Nuestro Salvador había descendido del cielo para efectuar la salvación del hombre:

"Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo... para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 13, 15).

Cuando concluyó su obra terrenal, decidió regresar a su hogar celestial: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros" Juan 14: 2).

Para mediar entre Dios y el hombre: "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2: 5).

"Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7: 25).

"Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre... Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas" (Hebreos 8: 1-2, 6).

"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1).

Hasta su segunda venida: "Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14: 3).

Una nube
Cristo regresará del mismo modo: "sobre las nubes", "con las nubes":

"Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria... Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo... He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén" (Mateo 24: 30; 26: 64; Apocalipsis 1: 7).

Innumerables multitudes de ángeles acompañarán a su Señor cuando venga en gloria: "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria" (Mateo 25: 31).

Jesús volverá en la misma forma en que se fue: "Los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Hechos 1: 11).

Le recibió... que le ocultó de sus ojos
Literalmente "lo recibió de los ojos de ellos".

Hechos 1:8 - "Pero recibiréis poder... "

"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1: 8).

Poder.
Griego: δυναμις [dunamis] , "fuerza", "capacidad", "poder". Las palabras "dinamita", "dinámico" y dínamo" derivan de δυναμις [dunamis].

En los Evangelios se emplea con frecuencia la palabra δυναμις [dunamis] para referirse a los milagros de Cristo (Para el uso de la palabra δυναμις [dunamis] en el NT, véase: DICCIONARIO - "Poder"):

"Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros(δυναμις [dunamis]), porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros (δυναμις [dunamis]) que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza... Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros (δυναμις [dunamis]) que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy" (Mateo 11: 20, 21, 23).

"Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro (δυναμις [dunamis]) en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí" (Mar.9: 39). etc.

Lucas se refiere al poder sobrenatural que reciben únicamente aquellos sobre quienes desciende el Espíritu Santo:

"Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder (δυναμις [dunamis]) del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1: 35).

"He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder (δυναμις [dunamis]) desde lo alto" (Lucas 24: 49).

Nadie está equipado para el servicio del Evangelio a menos que haya sido investido del poder celestial. El conocimiento no es suficiente; no basta la actividad; uno debe ser poseído por el Espíritu Santo. El poder sobreviene al creyente sólo si el Espíritu Santo lo posee. Ni siquiera la autoridad para echar fuera demonios es suficiente.

Este poder es para testificar.

Proporciona (1) poder interior, (2) poder para proclamar el Evangelio, (3) poder para llevar a otros a Dios. Por medio de sus discípulos, llenos de este poder, Jesús continuaría la obra que había comenzado en la tierra, y se harían obras aún mayores:

"De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre" (Juan 14: 12).

El testimonio presentado por el Espíritu sería una señal distintiva de la iglesia cristiana.

Hechos 1:8

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"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (RV-1960).

"Mas recebereis poder, ao descer sobre vós o Espírito Santo, e sereis minhas testemunhas tanto em Jerusalém como em toda Judéia e Samaria e até aos confins da terra" (VARA 2ª ed.).

"But ye shall receive power, after that the Holy Ghost is come upon you: and ye shall be witnesses unto me both in Jerusalem, and in all Judaea, and in Samaria, and unto the uttermost part of the earth" (KJV).

"sed accipietis virtutem supervenientis Spiritus Sancti in vos et eritis mihi testes in Hierusalem et in omni Iudaea et Samaria et usque ad ultimum terrae" (Vulgata).

Hechos 1:7. "No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones"

ειπεν προς αυτους ουχ υμων εστιν γνωναι χρονους η καιρους ους ο πατηρ εθετο εν τη ιδια εξουσια

"Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad" (Hechos 1:7).

Les dijo - Cristo no respondió directamente a la pregunta de sus discípulos, sino que llamó su atención a la obra que tenían que hacer.

Los tiempos - χρονος [chronos] se refiere sencillamente, en forma general, al "tiempo" cronológico.

Las sazones - καιρος [kairos] se aplica a momentos específicos o culminantes en el tiempo, con énfasis en lo que acontece.

Es como si Jesús les hubiera dicho: "No les corresponde a ustedes saber ni la fecha, ni la forma exacta del establecimiento del reino".

En su sola potestad - Mejor "ha fijado con su propia autoridad". La palabra griega que se traduce "potestad" o "autoridad" es εξουσια [exousia], y no δυναμις [dunamis], el "poder" o "capacidad" del vers. 8.

Dios no es siervo del tiempo; es su Amo. Su conocimiento trasciende al tiempo, porque es omnisapiente, sabe todas las cosas:

"Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender" (Salmo 139: 1-6).

"Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos" (Proverbios 15: 3).

"Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta" (Hebreos 4: 13).

Su conocimiento previo es una prueba de su deidad:

"Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antig:uedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero" (Isaías 46: 9-10).

El comparte lo que quiere con los que le sirven:

"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley" (Deuteronomio 29: 29).

"La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto" (Salmo 25: 14).

"Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer" (Juan 15: 15).

"Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre" (Juan 16: 25).

Los discípulos sentían deseos de conocer el tiempo exacto de la revelación del reino de Dios; pero Jesús les dijo que no les era permitido conocer los tiempos y las sazones, pues el Padre no los había revelado. Entender cuándo debía ser restaurado el reino de Dios no era lo más importante que debían conocer. Debían ser hallados siguiendo al Maestro, orando, esperando, velando y trabajando. Debían ser los representantes del carácter de Cristo ante el mundo.

Esta es también la obra en que nosotros debemos ocuparnos.

En vez de vivir a la expectativa de alguna sazón o tiempo especial de conmoción, debemos aprovechar sabiamente las oportunidades presentes, haciendo lo que debe ser hecho para que las almas puedan ser salvas.

En lugar de consumir las facultades de nuestra mente en especulaciones acerca de los tiempos y las sazones que el Señor ha puesto bajo su autoridad, y que no ha revelado a los hombres, debemos rendirnos ante el dominio del Espíritu Santo para cumplir con nuestros deberes actuales, para dar el pan de vida, no adulterado con las opiniones humanas, a las almas que están pereciendo por falta de la verdad.

Satanás siempre está preparado para llenar la mente con teorías y cálculos que desvíen a los hombres de la verdad divina y los incapacite para dar al mundo el mensaje del evangelio. Siempre ha sido así, pues nuestro Salvador con frecuencia tuvo que reprender a los que se complacían en especulaciones y siempre estaban investigando aquellas cosas que el Señor no había revelado.


Jesús había venido a la tierra para impartir importantes verdades a los hombres, y deseaba impresionar su mente con la necesidad de recibir y obedecer sus preceptos e instrucciones, de cumplir con sus deberes presentes; y los mensajes de Jesús eran de una naturaleza que impartía conocimiento para su uso diario inmediato.

Jesús dijo: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). Todo lo que había sido hecho y dicho tenía este único propósito en vista: afianzar la verdad en la mente de ellos para que pudieran alcanzar la vida eterna.

Jesús no vino para asombrar a los hombres con un gran anuncio sobre algún tiempo especial cuando ocurriría un gran suceso, sino para instruir y salvar a los perdidos. No vino para despertar y complacer la curiosidad, pues sabía que eso sólo aumentaría el apetito por lo desconocido y lo maravilloso.

Su propósito era impartir conocimiento mediante el cual los hombres pudieran crecer en fortaleza espiritual y avanzaran por el camino de la obediencia y la verdadera santidad. Sólo impartía las instrucciones que podían ser apropiadas para las necesidades de la vida diaria de ellos, sólo la verdad que pudiera ser dada a otros de la misma manera. No hizo nuevas revelaciones a los hombres, sino que les abrió el entendimiento a verdades que por mucho tiempo habían sido oscurecidas o tergiversadas por las falsas enseñanzas de los sacerdotes y maestros.

Jesús restituyó las gemas de verdad divina a su debido lugar, en el orden en que habían sido dadas a los patriarcas y los profetas. Y después de haberles impartido esa preciosa instrucción, prometió darles el Espíritu Santo por medio del cual deberían recordar todas las cosas que les había dicho.

Estamos en continuo peligro de ponernos por encima de la sencillez del Evangelio.

En muchos hay un intenso deseo de sorprender al mundo con algo original, que arrebate a la gente a un estado de éxtasis espiritual y cambie el orden actual de lo que se conoce. Hay, sin duda, gran necesidad de un cambio en el orden actual de lo que conocemos, pues la santidad de la verdad divina no se comprende como se debiera; pero el cambio que necesitamos es un cambio de corazón que sólo se puede obtener buscando individualmente la bendición de Dios, implorando en busca de su poder, orando fervientemente para que su gracia venga sobre nosotros y puedan ser transformados nuestros caracteres. Este es el cambio que necesitamos hoy día, y para lograr esta experiencia debemos utilizar energía perseverante y manifestar sincero fervor; debemos preguntar con verdadera sinceridad: ¿qué debo hacer para ser salvo? Debemos saber con exactitud qué pasos estamos dando hacia el cielo.

Cristo dio a sus discípulos verdades cuya anchura, profundidad y valor poco apreciaban y ni siquiera comprendían; y la misma condición existe ahora entre el pueblo de Dios. Hemos fracasado también en comprender la grandeza, en percibir la belleza de la verdad que Dios nos ha confiado. Si avanzáramos en conocimiento espiritual, veríamos que la verdad se desarrolla y ensancha en formas que ni siquiera hemos soñado; pero nunca se desarrollará en forma alguna que nos induzca a imaginar que podemos conocer los tiempos y las sazones que el Padre ha puesto en su sola potestad.